jueves, 28 de enero de 2010

Los ricos no lloran

El diario francés "Le Monde" titulaba ayer por la tarde una de sus noticias de economía de la siguiente manera: "Los ricos van bien, la industria del lujo también". De la lectura del mismo se desprende que durante los últimos meses de 2009 las marcas más exclusivas del mundo han vuelto a vender a buen ritmo, ya que las clases potentadas de muchos países han vuelto a comprar de manera vigorosa. El inicio de 2010 y la vuelta a los pagos de generosos bonus a las élites financieras han impulsado aún más este consumo de "gama alta".

Mientras, la mayor parte de los miembros de las sociedades desarrolladas luchan día tras día por mantener un empleo o por conseguirlo, y en los casos más extremos por llevar algo a la boca de sus familias. Las previsiones para 2010 de The Economist señalan que el paro seguirá subiendo durante este año, tanto en la Unión Europea, en la que el desempleo pasará del 10,1 (datos de 2009) al 11 por ciento, como en Estados Unidos, en el que el paro alcanzará cotas del 7 por ciento.
Estos datos arrojarán a miles de personas a la precariedad en las sociedades occidentales y arrastrarán hacia abajo los salarios, por lo que, como ya está ocurriendo, tener un empleo a jornada completa, no será sinónimo de llegar sin problemas a fin de mes.

Este sombrío panorama, para casi todos, no es propiedad exclusiva del mundo occidental y desarrollado. El consumo de lujo en las potencias emergentes (China, India, Rusia y Brasil) también está creciendo debido a la cada vez mayor cantidad de empresas de dichos países que cotizan en las bolsas internacionales, lo que ha generado grandes beneficios financieros y la creación de una clase de "nuevos ricos". La conclusión de esta situación es que la clase media desaparece a ojos vista tanto en las potencias tradicionales como en el mundo emergente, en los que nunca ha llegado a aparecer del todo.

Pero ¿puede el sistema permitirse un mundo en el que el consumo sea empujado solo por los más ricos?

Si hacemos caso a los analistas de Citigroup, parece que si. En 2006, el estratega global de esta entidad, Ajay Kapur, dibujaba un panorama de reparto de la riqueza bastante llamativo al que bautizó con el nombre de Plutonomía.

Su premisa era la siguiente: En los últimos 20 años las clases más acomodadas han visto sus ingresos crecer de manera exponencial, debido principalmente a la preponderancia del sector financiero sobre la economía real, por lo que afirmaba que esta clase social "es el principal impulsor de la demanda interna en economías como la estadounidense, la británica, la canadiense o la australiana, entre otras", por lo tanto, y a grandes rasgos, señalaba que el banco se podía dedicar a atender a las empresas que daban servicio a ese tipo de privilegiados ciudadanos (LVMH o Richemont, por ejemplo), sin mayor preocupación por el resto de la sociedad.

Por otra parte, en los países emergentes se repite el esquema, según publicaba el diario chino China Daily hace unos meses, ya hay más de 825.000 chinos con un patrimonio de 10 millones de yuanes (al cambio actual, algo más de 1 millón de euros), lo que supone otro espaldarazo para la industria del lujo, mayor si cabe por el hecho de que esta clase social es totalmente novedosa en los países emergentes y los que pertenecen a ella buscan diferenciarse del resto por los bienes que adquieren.

Lo que está por ver es si esta estructura es sostenible desde el punto de vista social. Las sociedades y sus opiniones públicas cada vez toleran de peor grado que, mientras el desempleo sube vertiginosamente y las clases medias y trabajadoras pierden poder adquisitivo cada año, muchos de los responsables del descalabro económico, principalmente financiero, no sólo salen indemnes, si no que reciben constamente premios a su "buena gestión".
El aumento de la brecha de la desigualdad social solo puede augurar un incremento de la conflictividad y una radicalización de las posturas en un panorama de peligrosa incertidumbre.

2 comentarios:

  1. Lo que haría pensar que los votos a la izquierda pudieran aumentar, pero en España se va a dar, por desgracia, una cosa curiosa: gente de izquierdas que votará al centro-derecha por la mala gestión del gobierno, cosa que no me deja de sorprender... Me ha gustado mucho tu reflexión, a la par que me ha inquietado.

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  2. La gente, mientras tenga una casa (hipotecada a los años que sean) y un coche de gama alta (también a pagar en muchos años) se siente rica, no nos engañemos, y no tiene ningún interés en cambiar la situación. Los únicos que realmente han cambiado la actitud en los últimos meses han sido los que, por deudas, no han podido pagar su "riqueza" (que son los que ahora claman por la situación, pero que antes no abrieron la boca). La riqueza en la sociedad actual es más una impresión que una cuestión de ceros en la cuenta corriente. Mientras la gente tenga la sensación de sentirse privilegiada con dos o tres posesiones, no habrá interés por cambiar nada. Y sobre la izquierda... ¿qué es la izquierda? Es como ir a la tienda y poder escoger entre dos jerseys: uno rojo y otro azul. Pueden parecer muy diferentes a la vista, pero al fin y al cabo, los materiales, el diseño y el patrón seguirán siendo los mismos, aunque cambie el color. Las alternativas que se nos proponen, en el fondo, son idénticas.

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